Docencia Universitaria

Calidad (RAE 2001): Propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor con superioridad o excelencia.

Escribir sobre este tema supone un conocimiento específico necesario para tener y exponer una posición personal frente a una temática en particular, más si debe tener una intención crítica y pedagógica que demuestre reflexión y aporte con fundamento. Me lanzo a la tarea como ejercicio porque como la mayoría de los docentes en formación, tengo una opinión sobre los aportes de la Educación Superior en Colombia a la calidad profesional de los egresados.

Voy a referirme a la percepción de los aportes universitarios en la formación de nuevos profesionales en medicina, ya que es mi carrera y el campo donde he desarrollado los proyectos educativos institucionales participando desde la cátedra, la investigación y lo administrativo. Mal haría en referirme a otra disciplina o a los profesionales en general de nuestro país.

Empezaré de manera general diciendo que con la Ley 30 de 1992 se produjo en Colombia una ampliación acelerada de la cobertura educativa, ayudando a muchos estudiantes a ingresar en programas formativos, pero esta proliferación de opciones no tuvo las acciones necesarias para asegurar la calidad de los egresados y muchas instituciones se quedaron cortas en la gestión y producción de conocimientos, al igual que transcurriendo concentradas (o distraídas) en sus intereses no han podido ajustarse a la rápida ampliación y transformación de los canales de la información y a los nuevos estilos de aprendizaje que la cibercultura nos ha traído.

La oferta de Programas de medicina no se escapó al prolijo fenómeno y actualmente tenemos 58 Facultades en Colombia ofertándolos, en donde 18 son de carácter público y 40 de tipo privado. Encontramos en tal variedad con la intención de sobrevivir como unidad de negocio la pérdida de la formación integral como escuelas, que están dedicadas a formar para el trabajo y no para la vida.

De cara a lo anterior estoy convencido de que la propuesta de formación por competencias es un gran aporte de la educación superior en Colombia a la calidad profesional en medicina, comprendiéndola como una estrategia que consigue un “saber hacer” para el desempeño académico, laboral y social, homogenizando con calidad algunos aspectos del perfil disciplinar frente a las necesidades del país y la necesaria internacionalización de la academia moderna.

El Ministerio de Educación Nacional desde 2008 propuso responder con lineamientos a la necesidad de una formación en educación superior pertinente para la sociedad, decidiendo formular competencias genéricas para los programas de pregrado, con un carácter complementario e integrador, respecto a las competencias específicas de cada profesión y así lograr una mayor calidad de los egresados.

En medicina saber aprender y recontextualizar lo aprendido hacia la solución de problemas es fundamental y lo que nuestra educación superior propone es que se haga alrededor de la cultura ciudadana y el entendimiento del entorno. Aquí son fundamentales las competencias abstractas del pensamiento, donde están el razonamiento crítico y el analítico y el pensamiento creativo, para usarlos en contextos concretos. El objetivo es lograr aplicar estrategias de solución de manera intencional independientemente de la complejidad de los problemas.

A esto se suman las habilidades interpersonales que las Competencias Tuning para América Latina definen como las relacionadas con la motivación, la conducción hacia metas comunes, el trabajo en equipo y la planificación del tiempo, habilidades que considero necesarias en los profesionales en medicina y sus especializaciones.

Cuando el médico en formación se asume como un miembro activo y determinante de la sociedad local, nacional y global, entiende claramente el compromiso deontológico de su rol y se motiva desde su contrato social para ser el mejor profesional que pueda ser, generándose en él un marcador activo de calidad que impacta con propósito a la comunidad.

Dentro de las competencias genéricas, como aporte de la educación superior nacional a la calidad, concuerdo con el desarrollo de la escritura como un desempeño avanzado en el médico, lo que permite comprender y producir literatura científica como una competencia comunicativa en medicina. Se favorece así el discurso académico involucrándolo como un rasgo profesional.

La capacidad de escribir es inherente a la capacidad de leer con comprensión, produciendo un mayor nivel académico. Mucha de la literatura médica está en inglés, habiéndose convertido en el idioma de divulgación universal del conocimiento, lo que hace que el manejo de esta segunda lengua sea una de las competencias genéricas propuestas que suman a la calidad del profesional en medicina.

Una competencia amplia y transversal, propuesta por nuestra educación superior, es el uso de las TIC como herramientas privilegiadas para la búsqueda y manejo de la información que logran a través de dispositivos, incluso con prestaciones estándar, que el internet se presente con posibilidades que parecen infinitas para aprender y construir sobre y desde lo aprendido. Disponibilidad de información precisa, superficial o profunda, en variados ambientes de aprendizaje con oportunidad a toda hora y en todo lugar, navegando por escenarios virtuales innovadores en diseño y contenidos que capturan por su estética o encontrando presentaciones simples y concretas para obtener conocimientos asociados o de extensión, no planeados e incluso accidentales.

En un país inequitativo como el nuestro son una realidad los grupos estudiantiles con desventaja tecnológica, dificultades de conectividad y limitación económica que se están quedando por fuera de este propósito de calidad, invirtiendo tiempo y esfuerzo que desgasta con frustración para resultados inferiores frente a los privilegiados. En este sentido no es una competencia tan genérica como las otras.

Este lineamiento como aporte de la educación superior debe soportarse en políticas que disminuyan la brecha social y permitan un acceso natural a las TIC de las generaciones en formación, más ahora que la actual pandemia por Covid – 19 ha desnudado esta realidad con la virtualización, mostrando las crudas diferencias al respecto. Las políticas en educación buscan superar esta inequidad pero se enfocan en modelos internacionales difíciles de implementar.

Volviendo al tema de la amplia posibilidad de Programas de medicina abiertos en el país por las Instituciones de Educación Superior, que con el ingreso que perciben soportan prácticamente todo el gasto corporativo independientemente de los demás Programas que ofrecen, vemos como están llegando a las escuelas estudiantes sin presaberes, con soporte social débil, con mal manejo del idioma, sin tecnología y sin buenos hábitos de comunicación, captados por negocio sin discreción, sumando con el volumen de matrículas al tesoro institucional. Lograr calidad así es bastante difícil.

Otro aporte de la educación superior colombiana a la calidad de la formación que destaco, está dado a través de la normatividad, que entre otros es determinante con el otorgamiento del Registro calificado de los Programas.

El Regitro Calficado es un mecanismo, administrado por el Ministerio de Educación Nacional, para verificar y asegurar las condiciones de calidad en los programas académicos de educación superior y aprobar la formación y titulación del egresado. Está soportado en un Documento Maestro verificable para su autorización que incluye como exigencia el Proyecto Educativo Institucional, el cuerpo docente, el plan de autoevaluación, el programa de egresados y la infraestructura entre otros en su contenido. La Comisión Nacional Intersectorial de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (CONACES) se encarga de evaluar el cumplimiento de los requisitos para la creación, modificación y redefinición de Instituciones de Educación Superior y emite los conceptos sobre el otorgamiento de este Registro Calificado y su renovación en el tiempo, obligando a cumplir con lo básico para la formación profesional con una mínima calidad esperable.

A esta intención de lograr calidad en la formación profesional se asocian de forma complementaria los sistemas de información en Colombia, que incluyen al Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES), que recopila y organiza la información relevante sobre la Educación Superior, lo que permite hacer planeación, monitoreo, evaluación, asesoría, inspección y vigilancia del sector, otorgando así un número de registro, y el SPADIES como un sistema de información especializado para el análisis de la deserción estudiantil en la Eduación Superior.

Sumándose a lo anterior están los Exámenes de Calidad de la Educación Superior (anteriormente ECAES) como prueba de conocimientos para los estudiantes de últimos semestres de las carreras profesionales, siendo un requisito para obtener el título profesional y que cambiaron su nombre a Saber PRO actualmente.

Para cerrar destaco algo que la educación superior pretende aportar en nuestro país conflictivo y convulso, y es que así como la formación profesional debe contestar a los desafíos mundiales, debe también responder a la problemática endémica de violencia local, aportando con su apuesta a través de las funciones sustantivas de docencia, investigación y proyección social, logrando con pertinencia un impacto real y efectivo en los procesos de transformación de las realidades y la problemática social, permitiendo abordar específicamente problemas reales, más allá de la propia profesión, sumándose a equipos interdisciplinares para lograr la paz y el progreso, sin dejar que la sociedad cierre los ojos ni por un instante ante el conflicto y sus posibilidades de solución.

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